En general, los mapas, cartas y planos son productos cartográficos que se diferencian por dos aspectos fundamentales: la escala de representación y el objetivo de la representación.
La escala se considera como uno de los recursos esenciales, pues nos permite trabajar con distintos niveles de detalle a representar.
Podemos encontrar una tipología específica de la cartografía, y en la cual depende la escala utilizada, reconociendo fácilmente 3 tipos (valga la redundancia):
- Plano: cuya escala es menor que 1:25.000
- Carta: cuyas escalas van entre 1:25.000 a 1:250.000
- Mapa: en donde la escala es mayor que 1:250.000
En lo que se refiere al objetivo de la representación, se ha convenido en identificar dos tipos generales de cartografía:
- La sistemática: busca la representación de la superficie terrestre como una representación “exacta” de la posición, forma y dimensiones del terreno, así como de los objetos concretos que se encuentran sobre él, como ríos, quebradas y lagos, por lo que debe recurrir a la altimetría y la planimetría.
- La temática: se elabora a partir de la cartografía sistemática y tiene por objeto representar los elementos que se producen por la interacción del ser humano y el medio. En particular permite observar un fenómeno o variable, así como también la interacción con otros, localizándolo o distribuyéndolo en el espacio geográfico. En este caso los mapas más utilizados son:
o Geomorfológicos: registran unidades de relieve.
o Climáticos: identifican la distribución de los climas.
o Vegetacionales: localizan la diversidad de especies y formaciones vegetales.
o Políticos: delimitan el territorio de los países y establecen fronteras entre Estados.
o Población: consignan la distribución de variables como el volumen de población, densidad, natalidad, mortalidad, esperanza de vida, etc.
o Económicos: señalan los diversos tipos de actividades productivas desarrolladas en un territorio (agricultura, ganadería, silvicultura, minería, pesca, etc.).
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